La Vendedora de Globos
Mayo 2015. Otro domingo más en la Plaza de Bolívar. Son más de las 11 de la mañana y las ventas de globos no van muy bien. Extrañamente hay una menor afluencia de visitantes en la plaza y la posibilidad de vender los globos de Mickey Mouse y Hello Kitty quedará para el día siguiente; por lo menos habrá un día festivo adicional para que las cuentas no se descuadren en casa. Cada domingo en la Plaza de Bolívar de Bogotá se venden jugos, algodones de azúcar, maíz para las palomas, artesanías, globos de Walt Disney, fotografías y recuerdos. En 2018, año de publicación de esta historia, la cifra de vendedores ambulantes en Bogotá se encuentra en las 23.373 personas, según un estudio del Instituto para la Economía Social, IPES, y se espera que el número siga en aumento debido a la economía informal que derivó la venta ambulante como principal medio de trabajo de muchos Colombianos. De otra parte, el DANE publica las cifras para el primer trimestre de 2018 en donde un 48,4% de la población de las principales ciudades del país trabaja en la informalidad y un 51.6% en la formalidad de las ventas ambulantes en ciudades como Bogotá y Medellín, esto es aquellos vendedores que se han acogido a algún programa institucional de reubicación y capacitación para formalizar su venta ambulante en las calles. Las cifras son preocupantes y basta con observar en una esquina el aumento de personas que día a día tratan de ganarse la vida de alguna manera, por lo que las cifras de la "formalidad" no son tan claras según lo indica el Gobierno. Me regreso a Mayo de 2015 y a la Plaza de Bolívar. Me doy cuenta que esta señora llama mucho la atención porque luce ataviada con los globos metalizados que vende. La observo un largo rato y veo que no anuncia sus globos y que no se le acerca a la gente ni a los niños, no persigue a los visitantes de la Plaza anunciando su mercancía. Ella sólo camina haciendo grandes círculos frente a la esquina de la Catedral primada, deteniéndose por momentos a observar a la gente para reanudar su marcha acomodando los globos que se elevan de vez en cuando con el viento. Es dueña de una paciencia infinita. Observa y camina, camina y observa. Estas fotos fueron tomadas en aquél mes de Mayo, a escondidas... La mañana casi termina y aún quedan muchos globos por vender. Me pregunto cómo regresa a su casa con todos estos globos y por qué no aborda a nadie para ofrecerlos, a nadie, ni siquiera a un niño. Tal vez su mercancía no necesita perifoneo, salta a la vista y los niños saben muy bien cómo funcionan los globos. Pero los globos no se venden mucho, al menos no hoy. ... Mayo 2018. Después de haber revisado mucho estas fotos para revelarlas y publicarlas, pensé en que debí haber hablado con ella y no solo tomarle a escondidas estas fotografías aquella mañana de Mayo de 2015. Me hubiera aceptado un tinto (cafecito)? Qué me hubiera dicho si le pregunto por qué no ofrece su mercancía y cuántos años lleva recorriendo la Plaza? Se hubiera enojado? En Diciembre de 2017 volví a la Plaza una tarde entre semana. Me encontraba distraída tratando de encuadrar una foto en una esquina de la Plaza, aprovechando la luz de las 4 de la tarde, cuando la vi de nuevo. Tenía unas medias negras de lana casi a la altura de la rodilla y un saco verde, el pelo más blanco y más corto pero el manojo de globos igual o más abultado que en 2015. Esta vez no le tomé fotos. Sólo quise observarla con más atención pero nuevamente no me atreví a hablarle. Me quedé viéndola como aquella vez hace dos años y actuaba igual, callada sin anunciar sus globos y dando los mismos círculos grandes en la Plaza y a pesar de todo no me atreví a abordarla, sin embargo ella sigue estando allí. Desconozco si va de lunes a viernes o a qué horas termina su jornada. La Señora de los Globos sigue caminando por la Plaza de Bolívar, con muchas historias en su haber y tal vez esperando a que fotógrafas amateurs como yo se atrevan a charlar con ella y la escuchen un rato. Copyright © 2012 - 2024. Haz Verástegui